Clases por televisión

Parlamento Veracruz.
Juan Javier Gómez Cazarín

A alguien en el gobierno de izquierda se le ocurrió que sería buena idea transmitir clases por televisión para que los contenidos educativos pudieran llegar a los estudiantes a distancia, sin importar donde se encontraran.

Idea absurda y populista destinada al fracaso que representaría un retroceso en el sistema educativo y que dañaría de forma irremediable la formación académica de quienes opten por este sistema, dijeron de inmediato los opositores.

Y los no tan opositores, porque dentro del propio gobierno de izquierda había quienes tenían sus dudas.

Los defensores de la propuesta replicaban: con la tutoría remota de maestras y maestros, respaldados con libros de texto, la tecnología de comunicaciones permitiría formar alumnas y alumnos prácticamente sin necesidad de acudir a un salón de clases.

Semejante ocurrencia chocaba de lleno con el sistema tradicional que había probado su eficacia durante milenios. Las escuelas presenciales son, después de todo, herederas de la Akademia de Platón, de casi cuatro siglos antes de que naciera Cristo.

Afortunadamente, y a pesar de las resistencias, la idea prosperó y se llevó a la práctica: en enero de 1971 la BBC de Londres inició las transmisiones de las clases por televisión de la Open University.

Casi 50 años después, con 174 mil estudiantes -7 mil 400 de ellos en el extranjero- la Open University es la mayor de Reino Unido y una de las más grandes de Europa.

Lo que para algunos era una locura, en pocos años dejó atrás a las venerables Oxford y Cambridge; y con ellas a todas las demás.

Desde que se fundó, por sus aulas han pasado 2 millones de alumnos. La calidad de su enseñanza ha pasado la prueba de las más rigurosas certificaciones de Estados Unidos y la Unión Europea.

Tan innovador era el concepto que medio siglo después su nombre (en español es Universidad Abierta, así a secas) pareciera que no es un nombre propio, sino una denominación común. Pero sí es un nombre propio, que miles de instituciones han copiado en todo el mundo.

Las clases por televisión demostraron que pueden ser un éxito, como diversas experiencias mexicanas también lo han confirmado en las últimas décadas.

El 24 de agosto 30 millones de niñas, niños y jóvenes en México encenderán su televisor para acceder a los contenidos de la Secretaría de Educación Pública. Para estudiantes, docentes, mamás y papás será un reto enorme y nuevo.

Pero la salud es primero y con esta decisión el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido responsable con el bienestar de la vasta comunidad educativa nacional (y de paso de la sociedad entera) al eliminar la movilidad física y la concentración de millones de personas todos los días. Estoy seguro que lo haremos genial. Sigamos cuidándonos, por favor.

Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.

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